Ciclos menstruales y maternidad consciente

Abordar una crianza consciente es evolucionar. Evolucionar a través de nuestra maternidad es romper creencias limitantes acerca de cómo debemos dar amor a nuestros hijos. Resignificar nuestro ciclo menstrual y habitarnos con coraje y sabiduría nos brinda una posibilidad única para poder construir nuevas creencias y aceptar con humildad aquello que no podemos cambiar.

El estigma social que aún hoy en día representa la menstruación y el papel de la mujer en muchas culturas (incluida la nuestra)  se hace más latente cuando nos convertimos en madres.

El ciclo menstrual es un signo vital del contacto con la vida y sus procesos. Gracias a él estamos tod@s aquí, y no se merece que le obviemos una vez hemos podido procrear. En función de la cantidad de conciencia que sepamos y queramos poner en nuestra realidad orgánica podremos cubrir los vacíos que acompañan a los cuerpos de la mujer, tanto a nivel físico, psico-emocional, socio cultural y también ecológico. Lo que está claro es que tenemos cada mes una oportunidad de ampliar nuestra conciencia, de reciclarnos de forma natural y de intentar comprendernos.

Para ello es importante hacerse preguntas:

¿Qué es para ti ser mujer? ¿Qué es para ti ser Madre?

¿Cómo quieres y cómo necesitas vivir tu maternidad?

En nuestros tiempos evolutivos tenemos acceso a múltiple información, y si nos vivimos desconectadas de nuestro cuerpo es fácil dejarse llevar por modas o tendencias que ya te dicen cómo tienes que experimentar tu maternidad y tu empoderamiento, y nos saltamos el paso de cuestionarnos, revisarnos y ampliar la mirada a cuales son nuestras verdaderas necesidades. Poder vivir empoderadas es recordar quienes somos, con nuestras capacidades y limitaciones, con nuestra luz y nuestra sombra, con nuestro propio pulso y nuestros propios valores. Poder vivir empoderadas es hacernos cargo de nuestras necesidades, reconocerlas y atenderlas. Es aceptar y amar a todas las mujeres que viven dentro de nosotras, a la niña, a la adolescente, la guerrera, la madre, la sabia…y que todas nos nutren con sus cualidades y sus heridas, y que no solo viven dentro de una misma sino en todas las mujeres. Desde ahí podemos aceptar la biodiversidad que somos como  especie humana, y que formamos parte de un todo. Desde ahí podemos empatizar de manera real con nuestras iguales.

Y para empoderarnos tenemos que volver a nuestro cuerpo, hay que volver a casa, hay que escuchar. ¿Qué necesitas? ¿Qué necesita tu cuerpo? ¿Te permites equivocarte? ¿Te permites ser espontánea? ¿Te permites sentirte y no hacer nada? ¿Te permites aceptar ayuda? ¿Te permites amar y ser amada? ¿Te permites aceptar el cambio?

Tenemos la misión de normalizar nuestros ciclos, de hablar y compartir nuestros procesos fisiológicos en nuestro hogar y con nuestr@s hij@s. Cuando miramos hacia otro lado, cuando dentro de nuestra realidad familiar no existen espacios para nuestras necesidades más orgánicas, en nuestros espacios sociales y laborales es probable que reine la sobre exigencia. El stress mayor que podemos vivir cómo madres es buscar el reconocimiento, y casi siempre se convierte en una búsqueda externa. Después de 14 años de maternidad creo profundamente que la búsqueda no es el reconocimiento sino la conexión con una misma.

Las mujeres, subimos y bajamos como las mareas, estamos en movimiento, en cambio continuo. Somos un reflejo de los procesos de la Tierra, tenemos estaciones y fases, poseemos un canal abierto a la nutrición y al reciclaje. Y si…en el camino de la maternidad es probable que creemos tsunamis, terremotos, huracanes y relámpagos, y sin rechazar esa parte (en ocasiones necesaria para se cree vida nueva, y nuevas creencias), si tenemos la posibilidad de enraizar en territorio  seguro, de brotar sin lastimar a nadie y florecer para nosotras mismas y ser un  campo  de inspiración.

Poder tomar conciencia de nuestros ciclos es un barómetro de salud (retomando la salud como un todo, física, psico-emocional, socio-cultural y ecológica).

Vivir los ciclos conscientemente nos ayuda a hacer balance cada mes de cómo está instalado en nuestra vida el autocuidado y cómo es la calidad de nuestras relaciones y nuestros condicionamientos. Gestar buenas relaciones con nuestr@s hijos exige que aceptemos cómo estamos en cada momento y podamos comunicarlo con claridad.

Y según como estemos, será nuestro sangrado, según cómo hayamos podido atender cada espacio dedicado a nuestra salud nuestra menstruación será un momento de profunda conexión con nosotras mismas, o se convertirá en un saco de carga y dolor.  ¡Dejemos de culpabilizar a nuestra regla!; mejor intentemos comprendernos y ofrecernos la más amable de las caricias.

En la primera etapa de nuestro ciclo, la fase folicular, que compone la pre-ovulación y la ovulación existe un aumento de estrógenos, la hormona sexual femenina. Tenemos más activo el hemisferio cerebral izquierdo, lo que provoca que estemos más receptivas a l@s demás, que dispongamos de mayor energía, para la creación, producción, socialización, para la organización y la planificación, (tareas que están bien solicitadas en la maternidad).

Y en la segunda etapa, la fase lútea, que compone la fase pre-menstrual y menstrual aumenta la progesterona, una hormona que provoca un efecto relajante en el útero, ya que éste casi duplicará su tamaño para prepararse para expulsar el óvulo. Aquí aumentamos la comunicación entre los dos hemisferios cerebrales, lo que significa que abriremos paso a nuestro mundo emocional, la energía irá bajando, se acentuará la necesidad de resolver conflictos, de resolver aquello que queremos soltar, tendremos mayor capacidad de reconocer y transformar los aspectos más difíciles de nuestra vida ya que podemos ampliar la conexión con nuestro mundo interno y hacer síntesis de nuestras vivencias. (tareas imprescindibles en la maternidad si queremos tener relaciones saludables con las personas más importantes de nuestro entorno).

Así que te invito  a que puedas explorar tu ciclo, que juegues a observar tu cuerpo y sus cambios constantes, que puedas intencionar tus sangrados poniendo especial atención a aquello que quieres reciclar, que mires con curiosidad y sin juicios tus procesos vitales, sin echar mucha leña al fuego cuando no consigues los objetivos deseados, porque formamos parte de algo más grande que también está en evolución y que tiene una influencia directa sobre nuestra realidad, es importante comprender y acoger esto para tranquilizarnos. Te invito a explorar tu ciclo con ánimo de investigar más profundamente cómo quieres vivir tu maternidad  y tu calidad de dar amor equilibrando en lo posible las influencias externas.

Seamos conscientes o no, nuestro movimiento hormonal seguirá funcionando, con sus subidas y bajadas, podemos estar más o menos receptivas a el, pero ponerle un grado de conciencia puede hacer de nuestra vida algo mucho más interesante y nutritivo para mejorar y dar calidad a nuestro entorno.

Es importante empezar cuanto antes, desde poder expresarles a nuestras niñas que pueden normalizar su menstruación y hacer de ella un elemento de conocimiento interno, porque  también en ellas se instala un sentimiento confuso cuando inician su proceso de “convertirse en mujer”. El margen de edad donde tienen sus primeras experiencias menstruales están muy condicionadas por las relaciones externas.

Y  poder comunicárselo también a nuestros niños y hombres, no puede ser ya algo exclusivo entre mujeres, ellos tienen la capacidad de comprender y aceptar nuestros ciclos ya que también tienen los suyos y también se ven condicionados por una educación orientada a la desconexión.

Cuanto mayor peso de conciencia podamos poner, mejor transitaremos nuestra vida cíclica, y mejor abordaremos el final de nuestro ciclo, donde el Climaterio y la Menopausia también serán momentos importantes, no menos intensos, para evolucionar saludablemente como mujeres.  Hace unas décadas las mujeres transitaban su Menopausia ya con el nido vacío, pero en la actualidad muchas nos encontramos llegando a un estadio donde existen muchos vacíos que nos sostengan cómo mujeres ( como es el periodo del climaterio o pre-menopausia) teniendo niños pequeños en casa, lo que quizá en ocasiones dificulta las relaciones, ya que nuestro cuerpo se va preparando para hacer un gran cambio, para dejar atrás muchas de las creencias que han alimentado nuestra maternidad hasta el momento, y nos veremos empujadas a hacer nuevos cambios en la calidad de nuestras relaciones, y en el dar y recibir amor.

La conciencia es el tesoro, las emociones el motor para encontrarla, los pensamientos los instrumentos que nos facilitan la búsqueda, las sensaciones son  la orientación interna y el cuerpo es el mapa…

Y nuestro maravilloso cuerpo tiene la función de adaptarse a las circunstancias y los hechos de nuestra vida y nuestro entorno, y podemos desequilibrarnos ante el impacto de algunos acontecimientos, pero también podemos cambiar la creencia que nos hace vivir en situaciones que no nos agradan o no son naturales. Cuando somos verdaderamente capaces de cambiar la creencia limitante podemos observar de forma casi mágica como las tensiones pueden desaparecer y podemos fluir por la vida de manera mucho más sencilla y orgánica.

Las mujeres somos Tierra, las madres somos Naturaleza, nos corresponde ser coherentes y sinceras con nosotras mismas para hacer de ésta, una humanidad más humana.