Mujer y Tierra
Sin darnos cuenta las mujeres estamos más conectadas a la Tierra de lo que en algunos momentos somos capaces de percibir, y todo aquello que le ocurre a la Tierra nos ocurre a nosotras. Nutrimos a nuestra familia y también a la sociedad, ofrecemos nuestros conocimientos, pero lo hacemos poco a poco. La mujer cuida de la energía que lo engendra todo y recicla todo aquello que afecta de forma negativa. ( extracto del libro “El viaje de las mujeres” de Elena García Quevedo)
Si nos detenemos un instante en nuestra agitada vida vamos a darnos cuenta que nuestro cuerpo está en profunda relación con los ciclos de la Naturaleza, no estamos separad@s de ella sino en profunda conexión.
Observando los ciclos naturales podemos comprender nuestros procesos vitales de una forma mucho más orgánica y natural.
El territorio de nuestro cuerpo es un mapa donde podemos interpretar muchos enigmas,y descubrir un hermoso paisaje.
Observar de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces, honrarlas profundamente ( más allá de juicios y limitaciones), es la clave para abrirnos a la vida reconociendo todo nuestro potencial.
En la Actualidad hay una ansiedad latente que habla de restaurar vínculos con la Naturaleza, esos vínculos son los que nos acercan restaurar la vivencia con nuestro propio cuerpo y con nuestro origen, y también con nuestro sentido de permanencia y con la responsabilidad de dejar un planeta sano a las futuras generaciones.
La vida es un continuo, todo está cambiando y en movimiento, quizá hora demasiado deprisa, porque la vida actual no nos deja ver cómo estamos destruyendo nuestra casa, acabando con nuestros recursos naturales y obviando todo el potencial que tenemos para aportar en la Evolución de una manera creativa, consciente y sostenible.
Cuando se inicia el vínculo de abrazar el propio sangrado como algo vital para toda creación de vida, muchas niñas y mujeres consiguen aproximar su realidad a los procesos orgánicos y naturales de la Tierra. Esto es esencial para que ellas puedan transmitir ese conocimiento y podamos gestionar mejor entre tod@s nuestros recursos naturales.
Quizá esa ansiedad latente perdurará mientras no seamos capaces de ampliar nuestra visión hacia el organismo vivo del que formamos parte.
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